Por su parte, Julián Carrón, Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, comentaba en la carta escrita a la Fraternidad a su vuelta de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos al que participó como invitado: «Como sabéis, el tema de este Sínodo ha sido “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. El punto de partida fue una constatación que hoy resulta evidente para todos: la fe ha dejado de ser un presupuesto obvio. Esta situación no concierne sólo a la fe como experiencia personal, sino que también conlleva consecuencias para la vida de las naciones, pues tierras fecundas pueden convertirse en desiertos inhóspitos. No son pocos los signos que ya vemos de esta «desertización»: la emergencia educativa, la crisis económica, la confusión política, la falta de confianza, la violencia en las relaciones, la exasperación de la vida social… Tal vez el signo más significativo de esta desertización sea la incapacidad de ver por dónde retomar el camino. Incluso los observadores más agudos a la hora de poner de manifiesto lo que falta se ven impotentes para ofrecer sugerencias que ayuden a reanudar la marcha».
lunes, 21 de enero de 2013
Panel: Año de la Fe. Es el momento de la persona
Intervienen: Julián Amozurrutia, Rector del Seminario Conciliar de México; Pilar Calva, miembro de la Pontificia Academia para la Vida y del Consejo de Bioética de la Conferencia del Episcopado Mexicano
El pasado 16 de octubre, el Papa Benedicto XVI anunció la celebración
de un “Año de la Fe”, «Precisamente para
dar renovado impulso a la misión de toda la Iglesia de conducir a los hombres
fuera del desierto en el que a menudo se encuentran hacia el lugar de la vida,
la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud» , Este “Año de la fe”
empezó el 11 de octubre del 2012, en el 50º aniversario de la apertura del
Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre del 2013, Solemnidad de
Cristo Rey del Universo. Y en palabras
de Benedicto XVI está llamado a ser «un momento de gracia y de compromiso por
una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para
anunciarLo con alegría al hombre de nuestro tiempo».
Por su parte, Julián Carrón, Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, comentaba en la carta escrita a la Fraternidad a su vuelta de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos al que participó como invitado: «Como sabéis, el tema de este Sínodo ha sido “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. El punto de partida fue una constatación que hoy resulta evidente para todos: la fe ha dejado de ser un presupuesto obvio. Esta situación no concierne sólo a la fe como experiencia personal, sino que también conlleva consecuencias para la vida de las naciones, pues tierras fecundas pueden convertirse en desiertos inhóspitos. No son pocos los signos que ya vemos de esta «desertización»: la emergencia educativa, la crisis económica, la confusión política, la falta de confianza, la violencia en las relaciones, la exasperación de la vida social… Tal vez el signo más significativo de esta desertización sea la incapacidad de ver por dónde retomar el camino. Incluso los observadores más agudos a la hora de poner de manifiesto lo que falta se ven impotentes para ofrecer sugerencias que ayuden a reanudar la marcha».
Es evidente que en
nuestro país, a pesar de que estadísticamente somos definidos como una
población de mayoría católica, la resonancia del Sinodo y del reclamo a la
celebración del Año de la Fe ha quedado recluido al ambiente parroquial en el
mejor de los casos, lo que se presenta como una dramática evidencia de que una
tierra “siempre fiel” muestra signos de convertirse en este “desierto
inhóspito” a que se refieren el Papa y Julián Carrón. Nuestro país parece
aquejado por muchos de los signos de “desertización”, desde la emergencia
educativa a la crisis y confusión política, por no hablar de la injusticia
social, pobreza y violencia, relacionada y no, con el narcotráfico. Problemas
todos que parecen tener múltiples aristas de solución en los que los políticos,
empresarios, y la sociedad en general considera que la fe poco tiene que ver.
Sin embargo, Julián
Carrón recordaba en la Jornada de Inicio de Curso de Comunión y Liberación el
pasado mes de octubre, las palabras que don Giussani gustaba repetir «Cuando se
estrecha a nuestro alrededor el cerco de una sociedad adversa hasta el punto de
amenazar la vivacidad de nuestra presencia, y una hegemonía cultural y social
tiende a penetrar en nuestro corazón y agrava nuestras habituales vacilaciones,
entonces ha llegado el tiempo de la persona»
Nosotros hombres de fe que vivimos la vida de todos, no queremos perder
la gracia que el reclamo del Santo Padre nos hace a vivir un año de la fe, y
queremos ser ayudados y ayudarnos a seguirlo sinceramente y a vivirlo
como un tiempo, ante todo, para nuestra propia persona.
En este panel nuestros invitados nos ayudaran a comprender el contexto histórico y eclesial en el que se sitúa el Año de la Fe y nos darán su testimonio de lo que significa vivir la fe en las circunstancias normales de la vida.
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