domingo, 14 de febrero de 2010
Subsidiaridad: Persona, Sociedad y Estado. Intervención de Socorro del Rio, Directora de DIJO, A.C.
Trabajo en DIJO desde 1996. DIJO es una asociación civil que tiene la misión de mejorar la educación de niñas, niños, jóvenes, principalmente trabajadores, y de sus familias que viven en situación de pobreza extrema mediante programas socio-educativos integrales en tres municipios: Oaxaca de Juárez, Tlalixtac y Xoxocotlán. Estos lugares se caracterizan por sus altos índices de violencia, adicciones, disgregación y trabajo infantil.
Los centros en donde DIJO trabaja han sido elegidos debido a que las propias madres han solicitado los servicios. En Montealbán hemos sido solicitados por una asociación civil que no se daba abasto con todo lo que había que hacer. Los que nos han llamado, han contactado a las autoridades y a los directores de las escuelas y conseguido el local donde trabajar. Se han movido por el interés de poder ayudar a sus hijos ¡Reconocen su necesidad! Y esto no es obvio. De hecho, en tantos años he visto no es para nada sencillo que las personas seamos conscientes de nuestras necesidades.
Tenemos un comedor en donde proporcionamos de lunes a viernes un promedio diario de 200 desayunos, damos seguimiento nutricional y canalizaciones médicas; un preescolar para niños de 3 años, apoyo extraescolar, estimulación temprana, danza, apoyo psicopedagógico, becas para adolescentes, trabajo con padres de familia y proyectos productivos para mejorar la economía de las familias de los niños.
Desde que fui invitada a participar en DIJO, me parecía que era un trabajo bello porque en un principio me imaginaba que de esta forma yo podía ayudar a las personas. Pero ésta idea duró muy poco ya que la realidad se impone y hoy me descubro la principal beneficiaria.
Delante de la realidad que encuentro todos los días, frente al dolor, al hambre, el abuso en todas sus formas posibles, el hacinamiento, las enfermedades y la incapacidad para enfrentarlas, la ignorancia y la situación del sistema educativo tan precario de Oaxaca se abren una serie de preguntas. Son preguntas dramáticas: ¿cómo puede una persona vivir en estas condiciones y con tanto dolor?
Y surge la tentación de responder, solucionando todas o al menos algunas de las necesidades que veo, porque de esta forma sería más fácil. Pero si tomamos en serio a las personas que encontramos haciendo nuestro trabajo, nos damos cuenta que lo más urgente es educarlos.
Y ¿qué significa educar? Don Luigi Giussani, un sacerdote italiano al cual yo le debo haber descubierto el verdadero del sentido de mi vida, me enseña que educar es introducir a la realidad total.
Pero, yo a veces me pregunto: ¿no es mejor, en estas circunstancias, no ver la realidad? No, primero porque la tengo enfrente. Está.
Me es dada.
Por ejemplo: puede pasar que yo no quiera mirar la enfermedad de Reina, porque es demasiado dura, porque no se cómo enfrentarla, porque tal vez ni siquiera sé cómo ayudarla. Pero si yo cierro los ojos para no ver ésta parte de la realidad, es como si yo le quitara algo a la misma Reina. Como si no la tomara en serio con todo lo que ella es y todo lo que tiene.
Estamos frente a personas; ya el solo hecho de que estas personas están es un bien. Estas personas tienen muchos problemas pero no coinciden con sus problemas, es decir, las personas no son sólo los problemas que tienen.
Cada persona es mucho más.
En cada problema siempre hay una esperanza y juntarse para buscar una solución genera una posibilidad de camino que se traduce en posibilidad de bien para muchas personas más y, por lo tanto, en un bien para todos. Tomando en serio la necesidad de 30 niños que no tenían que comer, surgió un comedor y ahora está a punto de surgir hasta un edificio para un centro de desarrollo comunitario que representa, evidentemente, un bien para toda la colonia Montealbán, hoy conocida por ser la expulsora número uno de niños trabajadores en Oaxaca.
Yo sólo puedo educar a partir de cómo yo he sido educada. Yo he sido educada, primero por mis padres y después a través de un encuentro con personas que me han comunicado una mirada de afecto hacia mí misma; a partir de esta mirada se ha desarrollado un camino en el que yo soy sostenida y constantemente educada.
Esto es lo que hoy me permite mirar como yo he sido mirada, sostener a las personas que encuentro para que ellas también sean ellas mismas, para que busquen su propio bien y se vuelvan capaces de crear relaciones positivas. Para que puedan realizarse
Una mamá una vez nos dijo: “al principio pensaba que hicieron el comedor por lástima, porque somos pobres, pero ahora vengo con gusto porque me doy cuenta de que lo hacen porque nos quieren.”
Ahora esta mamá es una de las más comprometidas y colaboradoras, la que empuja a las demás.
Después de que se les leyó una carta sobre la situación de nuestros amigos de Haití después del terremoto, ella ha organizado a las mamás para una recolección de fondos y los niños han tomado la iniciativa de comprar botes de agua y guardar lo poco que tienen para su recreo para sus amigos de Haití.
¿Cómo puede acontecer esto? Porque una persona que se descubre amada y acompañada, se vuelve siempre más ella misma.
De esta forma, yo he aprendido que el afecto no consiste en solucionar las dificultades, sino en buscar el bien común, en mirarlos por lo que son verdaderamente y no por su problema, por su condición de pobres.
Tienen las mismas exigencias de ser amados, de justicia, verdad y de felicidad que todos tenemos. Muchas veces, hablamos con las madres de estas exigencias que nacen junto con nosotros y ellas se sorprenden porque en verdad se identifican con ellas.
Por ejemplo, Marta, una niña que pertenece a la familia López, tiene una mamá que se llama Lupita a la que le gustan las fiestas y tiene muchos hijos en el comedor. Con el tiempo, ha nacido un afecto y no sólo hacia ella, sino hacia toda su familia. Cuando sus hijos llegaron al comedor, ella estaba en una depresión y ahora ya mantiene a la familia con su trabajo y quiere que sus hijos vayan a la universidad. Una vez me dijo: “ahora ya entiendo porque no es bueno que mis hijas trabajen. Mis hijas, en lugar de trabajar, están aprendiendo computación y luego ganarán más. No como yo que fui trabajadora y no pude ser enfermera”.
Antes de que sus hijos llegaran al comedor, ella estaba repitiendo con todos el mismo patrón que ella había vivido. Esto cambió en el momento en que encontró personas que se interesaron por ella y le abrieron la posibilidad de ver las cosas de manera tan distinta que hoy le parece otro mundo. Ella mueve hasta a sus hermanas para que asistan a DIJO con sus propias familias.
Hoy nos damos cuenta de que es importante favorecer la participación de personas que vivan dentro de la colonia en nuestro equipo de trabajo para que, después de hacer un trabajo con ellas, puedan ellas mismas promoverlo con los demás. Estela, que hoy es ayudante del comedor comentaba que al principio, “cuando llevaba a sus hijos tenía un poco de desconfianza sobre el trabajo de DIJO y ahora entendí que tengo un valor como persona.”
En este proceso educativo, a lo largo del cual van descubriendo su propio valor de personas, los padres de familia aprenden lentamente y acompañados a utilizar sus recursos personales para vincularse con otros actores, con las instituciones, para que favorezcan el desarrollo de sus familias y de sus hijos.
Generar sujetos no es trabajo de ningún gobierno, es trabajo de un pueblo, de las familias, de la Iglesia, de comunidades conscientes de su tradición cultural. Es tarea de los gobiernos reconocer a quienes realizan estos esfuerzos de trabajo para el bien común y sostenerlos conforme a todas sus posibilidades.
Muchas gracias.
Los centros en donde DIJO trabaja han sido elegidos debido a que las propias madres han solicitado los servicios. En Montealbán hemos sido solicitados por una asociación civil que no se daba abasto con todo lo que había que hacer. Los que nos han llamado, han contactado a las autoridades y a los directores de las escuelas y conseguido el local donde trabajar. Se han movido por el interés de poder ayudar a sus hijos ¡Reconocen su necesidad! Y esto no es obvio. De hecho, en tantos años he visto no es para nada sencillo que las personas seamos conscientes de nuestras necesidades.
Tenemos un comedor en donde proporcionamos de lunes a viernes un promedio diario de 200 desayunos, damos seguimiento nutricional y canalizaciones médicas; un preescolar para niños de 3 años, apoyo extraescolar, estimulación temprana, danza, apoyo psicopedagógico, becas para adolescentes, trabajo con padres de familia y proyectos productivos para mejorar la economía de las familias de los niños.
Desde que fui invitada a participar en DIJO, me parecía que era un trabajo bello porque en un principio me imaginaba que de esta forma yo podía ayudar a las personas. Pero ésta idea duró muy poco ya que la realidad se impone y hoy me descubro la principal beneficiaria.
Delante de la realidad que encuentro todos los días, frente al dolor, al hambre, el abuso en todas sus formas posibles, el hacinamiento, las enfermedades y la incapacidad para enfrentarlas, la ignorancia y la situación del sistema educativo tan precario de Oaxaca se abren una serie de preguntas. Son preguntas dramáticas: ¿cómo puede una persona vivir en estas condiciones y con tanto dolor?
Y surge la tentación de responder, solucionando todas o al menos algunas de las necesidades que veo, porque de esta forma sería más fácil. Pero si tomamos en serio a las personas que encontramos haciendo nuestro trabajo, nos damos cuenta que lo más urgente es educarlos.
Y ¿qué significa educar? Don Luigi Giussani, un sacerdote italiano al cual yo le debo haber descubierto el verdadero del sentido de mi vida, me enseña que educar es introducir a la realidad total.
Pero, yo a veces me pregunto: ¿no es mejor, en estas circunstancias, no ver la realidad? No, primero porque la tengo enfrente. Está.
Me es dada.
Por ejemplo: puede pasar que yo no quiera mirar la enfermedad de Reina, porque es demasiado dura, porque no se cómo enfrentarla, porque tal vez ni siquiera sé cómo ayudarla. Pero si yo cierro los ojos para no ver ésta parte de la realidad, es como si yo le quitara algo a la misma Reina. Como si no la tomara en serio con todo lo que ella es y todo lo que tiene.
Estamos frente a personas; ya el solo hecho de que estas personas están es un bien. Estas personas tienen muchos problemas pero no coinciden con sus problemas, es decir, las personas no son sólo los problemas que tienen.
Cada persona es mucho más.
En cada problema siempre hay una esperanza y juntarse para buscar una solución genera una posibilidad de camino que se traduce en posibilidad de bien para muchas personas más y, por lo tanto, en un bien para todos. Tomando en serio la necesidad de 30 niños que no tenían que comer, surgió un comedor y ahora está a punto de surgir hasta un edificio para un centro de desarrollo comunitario que representa, evidentemente, un bien para toda la colonia Montealbán, hoy conocida por ser la expulsora número uno de niños trabajadores en Oaxaca.
Yo sólo puedo educar a partir de cómo yo he sido educada. Yo he sido educada, primero por mis padres y después a través de un encuentro con personas que me han comunicado una mirada de afecto hacia mí misma; a partir de esta mirada se ha desarrollado un camino en el que yo soy sostenida y constantemente educada.
Esto es lo que hoy me permite mirar como yo he sido mirada, sostener a las personas que encuentro para que ellas también sean ellas mismas, para que busquen su propio bien y se vuelvan capaces de crear relaciones positivas. Para que puedan realizarse
Una mamá una vez nos dijo: “al principio pensaba que hicieron el comedor por lástima, porque somos pobres, pero ahora vengo con gusto porque me doy cuenta de que lo hacen porque nos quieren.”
Ahora esta mamá es una de las más comprometidas y colaboradoras, la que empuja a las demás.
Después de que se les leyó una carta sobre la situación de nuestros amigos de Haití después del terremoto, ella ha organizado a las mamás para una recolección de fondos y los niños han tomado la iniciativa de comprar botes de agua y guardar lo poco que tienen para su recreo para sus amigos de Haití.
¿Cómo puede acontecer esto? Porque una persona que se descubre amada y acompañada, se vuelve siempre más ella misma.
De esta forma, yo he aprendido que el afecto no consiste en solucionar las dificultades, sino en buscar el bien común, en mirarlos por lo que son verdaderamente y no por su problema, por su condición de pobres.
Tienen las mismas exigencias de ser amados, de justicia, verdad y de felicidad que todos tenemos. Muchas veces, hablamos con las madres de estas exigencias que nacen junto con nosotros y ellas se sorprenden porque en verdad se identifican con ellas.
Por ejemplo, Marta, una niña que pertenece a la familia López, tiene una mamá que se llama Lupita a la que le gustan las fiestas y tiene muchos hijos en el comedor. Con el tiempo, ha nacido un afecto y no sólo hacia ella, sino hacia toda su familia. Cuando sus hijos llegaron al comedor, ella estaba en una depresión y ahora ya mantiene a la familia con su trabajo y quiere que sus hijos vayan a la universidad. Una vez me dijo: “ahora ya entiendo porque no es bueno que mis hijas trabajen. Mis hijas, en lugar de trabajar, están aprendiendo computación y luego ganarán más. No como yo que fui trabajadora y no pude ser enfermera”.
Antes de que sus hijos llegaran al comedor, ella estaba repitiendo con todos el mismo patrón que ella había vivido. Esto cambió en el momento en que encontró personas que se interesaron por ella y le abrieron la posibilidad de ver las cosas de manera tan distinta que hoy le parece otro mundo. Ella mueve hasta a sus hermanas para que asistan a DIJO con sus propias familias.
Hoy nos damos cuenta de que es importante favorecer la participación de personas que vivan dentro de la colonia en nuestro equipo de trabajo para que, después de hacer un trabajo con ellas, puedan ellas mismas promoverlo con los demás. Estela, que hoy es ayudante del comedor comentaba que al principio, “cuando llevaba a sus hijos tenía un poco de desconfianza sobre el trabajo de DIJO y ahora entendí que tengo un valor como persona.”
En este proceso educativo, a lo largo del cual van descubriendo su propio valor de personas, los padres de familia aprenden lentamente y acompañados a utilizar sus recursos personales para vincularse con otros actores, con las instituciones, para que favorezcan el desarrollo de sus familias y de sus hijos.
Generar sujetos no es trabajo de ningún gobierno, es trabajo de un pueblo, de las familias, de la Iglesia, de comunidades conscientes de su tradición cultural. Es tarea de los gobiernos reconocer a quienes realizan estos esfuerzos de trabajo para el bien común y sostenerlos conforme a todas sus posibilidades.
Muchas gracias.
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